Atemporales

La gravedad es como un chicle que pega mis pies al suelo. Cuando ando observo esa masa de aire pegajosa que mantiene los pies en la tierra. Y la cabeza se molesta y se va por el aire. Somos màs altos de lo que vemos. Mi longitud va, desde la masa de aire que me pega al suelo, hasta la masa de aire que eleva mi cabeza al   u  n  i  v  e  r  s  o, y allí, no hace viento. Allì, los deseos.

El tiempo es irreversible. La muerte da la paz que la vida quita. La luz que me falta, para los girasoles. Las palabras emergen de la lluvia, dentro de mis ojos.

Desde que tengo gata, tengo fama de recorrer las camas arañando y siendo selectiva con los pedazos de piel. Òdiame. Pero lo enfermo no mata, me excita. Y de "santé" no estaba tu vida llena, asì que, adiòs, vida bonita y aburrida.

No quepo en el silencio, por eso me doy a los mares y no a las medias tintas. Prefiero la verdad tangible y transitoria a la mentira perenne.

Oler distintos perfumes a la semana, en distintas almohadas. Diversidad de elegantes perversiones, diversidad de afectos y humedades. Mi rutina del desequilibrio.

Las fronteras no son fìsicas cuando trato de pensarme en otro espacio. Las fronteras no estàn hechas de piel. Las fronteras no son limìtrofes. Pero luego, las palabras y los pensamientos que se creen palabras, solo nos llevan a donde nos dejamos llevar por la locura transitoria. Cierro los ojos y me siento en mi frontera, contigo otra vez, a punto de desaparecer.

Por la noche la percibo sorprendida de sus propias conductas, porque yo suelo ser màs previsible. La animo a perseguirme a cualquier parte de la sala, la miro a los ojos, el alcohol afila mi locuacidad, desgasta mi eficacia y sobreestima todo lo que no debe ser sobreestimado. No sè cuànto he bebido esta noche, pero serìa capaz de beberme tus palabras, si tu boca me deja. Y si no, mi as està en la manga de otra chaqueta, asì que, irè a desnudarla.