A veces salgo a pasear sin tener a dònde ir. De costumbre, llevo las manos en los bolsillos y recuerdo que tampoco tengo dinero. Empieza a llover, sonrío, y te pienso escondida en alguna parte del mundo observando mi gran actuaciòn, mi gran dìa.
Mi inagotable fuente de inspiraciòn remando hacia el abismo frondoso. En el balconcito lleno de macetas con dos sillas de mimbre y dos antorchas encendidas al caer la noche. Y sus ojos de ocèano guardando historias entre labios que dejarìan las bocas abiertas.