Enséñame a hacer poesía. Enséñame a moldear la carne humana. Quiéreme despacio a todas las horas del día con las manos llenas de barro. Siéntate a mi lado, deja el sitio frente a mí vacío. Acompáñame, invádeme solo cuando sea necesario. Aprendamos del silencio y no habrá más batalla que nuestra piel dejando de ser una frontera.