Atemporales

Se aleja una sombra en movimiento a lo largo del desdoble de la avenida. Las farolas llevan horas encendidas, la calima de todo el día reposa sobre los coches mientras la humedad se apodera de la madrugada. Nos cruzamos como desconocidas, entre lo escéptico y lo aséptico, sin oportunidades ni espacios donde dejar crecer esta mirada que dice tanto en paralelo de mis labios.

Desdibujo la silueta de sus labios, y la enmarco en mi sistema límbico. Cierro los ojos somos continente y contenido, ¿finitos? Verternos lenguaje por las comisuras, los surcos y circunvoluciones. La chimie

Lo digo abiertamente, de manera pública: adoro despertarme sola .  Me encanta abrir los ojos despacio, mirar Sevilla por la ventana ver cómo está pintado el cielo y tratar de adivinar la hora que será en función de la luz. Volver dentro de las sábanas, dentro de mis bragas. Sentir mi cuerpo. La petite mort. Calentar el café, poner una banda sonora adecuada sola en la casa. Luego desnudarme delante del espejo y sentir que el agua dibuja ríos desde mi cabeza, hasta mis pies. Pintar mapas húmedos en interacción con el agua al caer. Vuelvo a llegar tarde al trabajo.