Amarilla

Juna corrìa eufòrica detràs de la lima.
La chica, a mi derecha, miraba al frente y
solo hablaba su pensamiento, su boca no decìa nada.
Tampoco dejò hablar a sus sensaciones.
Parecìa una autèntica autòmata.
Yo solo querìa tumbarme junto a ella en la buhardilla
y poner de fondo a Coleman Hawkins.
Deseaba alejarme de lo enfermizo de su voz,
para acercarme a lo afable de su piel.

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