Desayunar

Caliento el café y me siento en la banqueta
a mirar cómo amanece a través de los cristales sucios
de la ventana de la cocina.
Las golondrinas dibujan mapas aéreos extravagantes
y pienso en colores sus recorridos
como el pasar de los aviones en el cielo.

Acojo la taza caliente entre mis manos 
mirando profundamente al vacío. 
La luz del sol aún no incomoda.
En mi cabeza resuenan las últimas notas de 
" La mattina" de Ludovico Einaudi.

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Niebla