En el último trago nos vamos


El sol se pone en Famara
y cae al vacío entre la calima y el océano.
Sus silencios alertan tanto mi atención
que me es irresistible tratar de comprenderla.

Y la última noche se tumba a mi lado,
desnuda
besa mi boca, mi cara, mi frente, mis manos,
me abraza, me acaricia, 
y vigila durante toda la noche que la realidad 
no se nos escape 
cuando suene el despertador.

Acomoda mi cabeza entre su hombro y su cuello,
estoy cansada, y es el mejor rincón de la isla
para quedarse dormida esta noche, 
pero tengo solo dos horas y no me atrevo a dormir.

No quiero dejar de sentirla, 
todavía no.

Mi avión despega una hora y cincuenta y cinco minutos después 
de haberse marchado. 
Veo el sol salir sobre el mar en Playa Honda.

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