Y sin bifurcarme.

Amanezco en cualquier otra parte del mundo,
en un lugar maravilloso que jamás imaginé dentro del mapa.
Y me siento en las tablitas de madera, junto al tronco cortado
e imagino el amanecer por detrás de parte de la cordillera de Los Andes.
No son las siete todavía, pero Huancaya despierta ya
muy cerca de los cero grados.
Toda mi reflexión, mientras trato de tragar grandes bocanadas de aire
con poquito oxígeno a la altura de 3500 metros de altitud es,
estoy aquí.


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:-)

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