D E S C O N O C I D A S

Encierro la posibilidad de la benevolencia y establezco un código jeroglífico

que permita descubrir en algún momento 

una cámara escondida en el centro de la conciencia.

El ojo se asoma al telescopio a explorar el abismo del dolor humano

y el eco del error aún viaja en un zumbido en el espacio. 


Se lee el pasado en las arrugas de su rostro,

la sabia aprieta con firmeza en su puño el cetro dorado 

y prescinde de articular palabras. 

Cierra los ojos. 


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