Madre, el hombre sucumbe al movimiento, las olas vienen y van y los días con la oscuridad. Madre, los hijos se cercioran de los pasos que dieron en otro momento sus padres. Quieren comprobar, emplear su tiempo en tener certeza de cómo es el camino que hallaron ellos para luego mostrárselo a sus hijos. Madre, yo soy un animal, me gustan las flores y los días de lluvia, la fruta de los árboles y los sonidos en el bosque. Me he ido porque tu techo me cubre de comodidad pero siento que soy salvaje, que el cielo es quien debe observarme y la dificultad de esforzarme cada día debe ser mi compañera. Estáte tranquila, he encontrado otros animales que me ayudan a ser fuerte y a abandonar la pereza. Ellos me quieren como los quiero yo, madre.