Ahora sé, ahora que me alejo, que mi viaje contigo fue de ida a la abyección, que ni el metalenguaje nos podría haber salvado. Y sé además, que contuviste tu amor detrás de tus labios para no hacermelo saber hasta que te fue imposible no dejarte llevar por el cúmulo de contenciones que habías estado escondiendo solo, para no hacerme sentir amada. Para no seguir el equilibrio intentaste aniquilar tu propio deseo de mí. Ese fue tu ardid, hacerme pensar neurótica que todo estaba en mi cabeza.